Capítulo 168
En el momento más desesperado de Alba, una chispa de esperanza surgió inesperadamente.
La sorpresa momentánea la emocionó hasta las lágrimas.
Con voz entrecortada por el llanto, dijo: —Pero ellos son muchos, son cinco.
Señor Braulio, tú... tú estás solo.
Braulio cerró los puños lentamente y afirmó: —Uno es suficiente.
Orlando, al observar a Braulio, expresó su desdén: —Te aconsejo que no te entrometas en asuntos ajenos.
Ellos son útiles para mí, no los mataré.
Pero tú, tú eres prescindible.
Si te atreves a interferir, aseguro que tu final será extremadamente doloroso.
Braulio se posicionó frente a Alba y Darío, enfrentando con firmeza a los cuatro hombres robustos que avanzaban hacia él.
Su mirada era tan fría como el acero.
De su cuerpo emanaba un aura letal.
El aire se cargó con una tensión mortal.
Orlando, viendo que Braulio guardaba silencio, gritó furioso: —¡Elimínalo a él primero!
Uno de los hombres musculosos, con un tatuaje de un ídolo en el cuello, aceleró su paso.
Al acercars
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