Capítulo 240
Mi corazón se agitaba, latiendo con rapidez...
Fui yo quien inició la provocación, intentando tentarlo, pero cuando él correspondió, me faltó el valor.
Respiraba con dificultad: —Adrián, tú...
Él avanzó un paso, provocando que las palabras que tenía en la punta de la lengua se atragantaran y, por instinto, retrocedí para evitarlo.
Este juego de avance y retiro le permitió entrar desde la puerta hasta el interior de la casa, y yo terminé acorralada contra el zapatero, ambos sujetando un plato de arroz caldoso.
Es necesario admitir que él tiene habilidad, pues no se derramó ni una gota del arroz caldoso durante nuestro forcejeo.
Mi corazón latía tan fuerte que parecía querer escaparse de mi pecho...
Adrián permanecía en silencio, simplemente parado muy cerca de mí, mirándome.
Ya no podía sostenerle la mirada y, en mi interior, me arrepentía: ¿por qué tenía que provocarlo?
Ana había sido la instigadora, pero también me había advertido que los hombres no pueden resistirse a la provocación.
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