Capítulo 212
Silvia se siente muy sola; casi me ruega que me quede.
Solo tenía dos días de vacaciones, pero para estar con ella, le pedí a Ignacio que me concediera dos días más.
Sin embargo, todo encuentro debe terminar, y finalmente tuve que irme.
Ella me preparó café cocido con rocío en una taza y también empacó alimentos al vapor con polen y pétalos, queriendo ofrecerme lo mejor que tenía.
Sé que le agrado mucho, y ese cariño también me hizo sentir una responsabilidad indescriptible.
—Cuñada, ven a visitarme cuando puedas. —Silvia habló sin mirarme.
Tenía lágrimas en los ojos y no quería que las viera.
Es el estereotipo de una chica frágil pero de corazón fuerte.
—Está bien. —Yo tampoco me atreví a decir más.
Porque también sentía un nudo en la garganta; temía empezar a llorar antes que ella.
Las despedidas son realmente la navaja más suave del mundo, pero hieren más profundamente.
—Ya le pedí a un amigo que te contacte con un médico; cuando esté listo, tu hermano y yo vendremos a buscarte. —Le
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