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Capítulo 5

"¿Terminaste de mirar?". Yara no pudo evitar decirle a Frank, ciertamente notando que miraba fijamente a Vicky. Aunque Frank demostrara su talento en las artes marciales, ella sospechaba que se estaba aprovechando de Vicky, alegando que desvestirla era para curarla. Frank sonrió, sin mostrar ningún signo de vergüenza, mientras dijo con seriedad: "No pude evitar quedarme mirando. La Señorita Turnbull es así de hipnotizante". "Jaja". Vicky se rio. "Que honesto, ¿no?". Realmente estaba sorprendida que Frank lo admitiera tan abiertamente, a diferencia de los autoproclamados caballeros que nunca admitirían sus acciones. Mostrándole de repente una vaga sonrisa a Frank, añadió: "Puedes mirar todo lo que quieras si me curas". "No hace falta. Las cosas hermosas son inolvidables desde la primera vez que se ven", Frank dijo negando con la cabeza. Sacando una aguja, sus dedos rozaron la suave piel del pecho de ella, sintiendo en ese momento una sensación de frescor. Vicky jadeó y se estremeció cuando le puso la aguja justo por encima de la nuca. Luego sacó otra aguja, rozó su vientre y la puso debajo de su ombligo. Así siguió con las siguientes treinta agujas, cada una de las cuales dejó a Vicky aturdida por el dolor. Sus dedos se aferraban a las sábanas mientras su frente sudaba a chorros, con el pecho y respiración agitada. Frank ciertamente lo notó con el rabillo del ojo. Aunque estuvo casado tres años con Helen y vivían juntos, nunca habían consumado el matrimonio. Además, estaba en la flor de la vida, por lo que no podía evitar sentirse inquieto al ver a una belleza tan increíble que yacía desnuda ante él. Mordiéndose la lengua, quitó esos pensamientos de su cabeza con el dolor y siguió trabajando. A su lado, Yara seguía secando el sudor de Vicky con una toalla. Después de un largo rato, Vicky finalmente le preguntó con los dientes apretados: "¿Cuánto falta?". "Esta es la última". Vicky exhaló un suspiro de alivio, por fin se iba a acabar el dolor. "En ese caso, por favor date prisa". Frank asintió y midió con los dedos la distancia hasta un punto bajo su ombligo... Notando que algo estaba fuera de lugar, Vicky le preguntó rápidamente: "¿Dónde se meterá la última aguja?". "Cinco centímetros por debajo del ombligo". Vicky se quedó helada, sus pálidas mejillas se sonrojaron en ese momento. Cinco centímetros bajo el ombligo, ¿no era eso...? Aunque había sido educada con las enseñanzas de varias culturas, era conservadora por naturaleza. En todo caso, estaba al límite cuando Frank le pidió que se desvistiera para ser tratada. ¡Ciertamente le avergonzaba que le pusieran una aguja en la entrepierna! Por otro lado, a Frank no le importaba, lo había visto todo, así que ya no había nada fuera de lugar. De hecho, introdujo la aguja antes que Vicky se diera cuenta, y ella sintió una ráfaga de dolor que se extendía por todo su cuerpo. Apretó los dientes y cerró los ojos, poniéndose rígida como la cuerda de un arco mientras todas sus energías internas se desvanecían en ese momento. Aguantó el dolor valiéndose de su vergüenza y se impidió a sí misma a hacer un sonido alguno. Frank estaba realmente sorprendido de que mostrara una resistencia tan increíble, en teoría dolería cuando a uno le rompieran el Ki. Sin duda era una prodigio de las artes marciales, capaz de no hacer ni un solo ruido. Yara, que estaba cerca de ella, estaba muy preocupada al ver rostro retorciéndose. "¿Estás bien, Vicky?". "Urgh... Estoy bien", Vicky exhaló vapores mientras el dolor se desvanecía. Aunque el físico que había perfeccionado durante una década se había perdido, sentía que todas sus venas se habían limpiado y por fin volvía a sentir sus extremidades. Y con la versión mejorada del Golpeador de Rayos de Frank, ¡no le costaría nada recuperar su mejor forma en un año! Yara miró cómo Vicky levantaba las manos y exclamó emocionada: "¿Se siente mejor, Señorita Turnbull?". "Sí", Vicky respondió, con los ojos cálidos por la emoción. ¡Se sentía increíble recuperar el control sobre su propio cuerpo! Se giró lentamente hacia Frank. "Sus habilidades como sanador son extraordinarias, Señor Lawrence". "A mí también me maravilla su resistencia", Frank respondió. Vicky sonrió, pero preguntó vacilante: "De hecho... ¿Le importaría salir de la habitación?". Frank por fin recordó que Vicky seguía desnuda, y no tenía razones para quedarse ahora que ella estaba mejor. Se dio la vuelta y salió, dirigiéndose a la sala de estar. Walter y Trevor, que llevaban un rato esperando, se alegraron de verlo. "¿Cómo está la Señorita Turnbull?", Trevor preguntó rápidamente. "Ya está bien", Frank respondió. "¿En serio?", Walter preguntó con incredulidad. Fue entonces cuando Vicky llegó abajo después de cambiarse de ropa. Al ver que ya no estaba postrada en la cama, los ojos de Walter enrojecieron y enseguida la tomó en sus brazos. "Realmente te recuperaste, Vicky... ¡Gracias a Dios!", gritó. "¡Esto es maravilloso!". "Papá, estoy bien, no te preocupes". Vicky sonrió. "Todo gracias al Señor Lawrence". "¡Jaja!", Walter rio con ganas mientras se giraba hacia Frank. "No se preocupe, Señor Lawrence, Trevor me habló de la raíz maravillosa. Ya pedí que se la envíen desde la capital, y la tendrá en tres días". Frank frunció el ceño, pero antes que pudiera decir algo, Trevor se acercó a él y le susurró en voz baja: "No se preocupe, Señor Lawrence. Le prometo con mi vida que los Turnbull no van a incumplir su promesa". Al notar su confianza, Frank frunció el ceño. "Ya que Trevor da fe por usted, le creeré. Dado que su hija se recuperó por completo, no le impondremos nada". Con eso, se dio la vuelta para irse, dejando a Vicky sorprendida. ¡¿Un artista marcial experto y un excelente sanador?! ¡Definitivamente deberían quedarse con él! "Por favor, espere, Señor Lawrence. Déjeme acompañarlo y darle las gracias como se debe", dijo y enseguida se puso a perseguirlo con Yara detrás. A su lado, Trevor sonreía; sin duda tenía buen ojo, como era de esperar de la heredera de los Turnbull. "Bueno, Walter. ¿Qué te parece el Señor Lawrence?", Trevor preguntó. Walter asintió y exclamó asombrado: "Tiene talento tanto para las artes marciales como para la medicina... Esos dos talentos por sí solos lo distinguirían incluso de los muchos peces gordos de la capital". Trevor rio entre dientes. "No te voy a mentir, ése no es todo su talento. No habrá muchos que se le pueda comparar ni siquiera en todo el país, al igual que apenas hay damas que lo merezcan. Aun así, estoy seguro de que tu hija sería una de ellas". Walter sonrió al darse cuenta lo que Trevor quería decir. "Me halagas, pero mi hija está comprometida". "¡Jaja!". Trevor simplemente se rio. "Pero aún no está casada. Aún tienes tiempo de reconsiderarlo, y ten en cuenta al Señor Lawrence cuando lo hagas". Walter frunció el ceño de repente y se giró hacia Trevor. "En realidad tengo curiosidad... tú solías trabajar en el extranjero. ¿Por qué llevas años quedándote en Riverton? Y parecías distinguirte mucho del Señor Lawrence..." Al final, cualquier matrimonio estratégico debería establecerse entre dos familias importantes. Aunque Frank fuese un individuo extraordinario, no tiene clanes que lo respaldaran y por lo tanto, no significaría mucho para los Turnbull. Trevor debería saberlo, ya que era el heredero de los Zurich, y en realidad era extraño que respondiera por Frank con tanto entusiasmo. "Jaja. Me temo que no puedo opinar sobre eso, Walter". Trevor se encogió de hombros. "Pero deberías pensar en lo que te dije. Además, me pondré en marcha ahora que nuestro trabajo aquí terminó. Por favor, date prisa y tráele la raíz maravillosa al Señor Lawrence". Walter se quedó pensando en las palabras de Trevor cuando se marchó, y enseguida llamó a su secretaria para que investigara los antecedentes de Frank.

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