Capítulo 45

Diego observaba cómo el cielo se oscurecía de manera progresiva, sin ocultar sus pensamientos: —¿Acaso no es amar a alguien querer que todo el mundo lo sepa? José se quedó sin palabras. —Lo siento por preguntar, pero ¿acaso todavía amas a Silvia? —Nunca malgasto mi tiempo en personas que no son importantes. —Respondió con firmeza Diego de manera amenazante. —Entonces, ¿por qué te divorciaste? Diego lo miró de reojo, sin responder. José, siempre interesado en los chismes, preguntó con sagacidad: —¿Es que Elena en serio ocupa un lugar tan importante en tu corazón? ¿Tan importante como para renunciar a la persona que has mimado durante tantos años? —Sin ella, no sería quien soy hoy. —Diego nunca temía que otros conocieran sus pensamientos: —Tampoco existiría la Silvia que he mimado por tanto tiempo. —¿Qué hizo ella exactamente? ¿Te salvó la vida o te sacó de las sombras de tu juventud? —José estaba sumamente curioso: —¿O tal vez hizo algo aún más importante por tí? Diego no respondió. Jos