Capítulo 95

—Marta acababa de completar lo que la señorita Carmen le había encomendado en la empresa. Justo cuando llegó al estacionamiento subterráneo, unos hombres enmascarados aparecieron y la forzaron a entrar en un coche de lujo negro. Ellos portaban armas... Tras colgar el teléfono, el rostro de Carmen se ensombreció de inmediato. Marta no solo era su secretaria y guardaespaldas, sino también su amiga y hermana de sangre. Su lealtad era tan profunda que daría su vida por Carmen. La última vez, en el Ático Esquinado, Marta había arriesgado su vida para protegerla. Marta desempeñaba un papel crucial en su vida; Carmen la consideraba una hermana mayor. Al enterarse del secuestro, Carmen se llenó de ira inmediatamente. Alejandro, presente a su lado, preguntó con curiosidad: —A esta hora, Marta ya debería haber salido de trabajar. ¿Qué hacía aún en la empresa? —Antes de ducharme, recordé que había dejado un documento en la empresa y le pedí a Marta que lo recogiera. —explicó Carmen. —Entonces, la