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Capítulo 16 El niño no es suyo

Lidia, al referirse al despreciable José, vio cómo Daniela sacudía la cabeza, desanimada, y le confesaba todo a Lidia. Lidia, totalmente desprevenida, se enteró de un gran chisme y abrió los ojos desmesuradamente, asombrada. Desde su rol como la mejor amiga de Daniela, aunque con ciertas reservas, insistió: —Creo que el que está equivocado es tu verdadero padre. Aunque al padre de José le gustara tu madre, eso no tiene nada que ver contigo. No te lo tomes tan a pecho. Daniela se sintió sumamente frustrada, tomó un largo trago de cerveza, pero eso no mitigó en absoluto el peso en su corazón. Después de revisar las pertenencias de su madre, aún tenía una tarea pendiente: encontrar a su verdadero padre para entregarle las cartas que su madre no pudo enviar antes de fallecer, para al menos hacerle saber a ese hombre insensible que es un desalmado y que falló a una mujer durante toda su vida. De repente, una voz femenina conocida la interrumpió. —Doctora Daniela, qué coincidencia, no esperaba encontrarme con alguien tan formal como una médica aquí después del trabajo. Berta apareció de la nada. Daniela levantó la mirada vagamente y vio a Berta, vestida de manera muy provocativa y seductora, sin sentir ni un ápice de simpatía, probablemente porque la mujer frente a ella era la pareja de José... Lidia, viendo que Daniela no deseaba responder, intervino: —Doctora Daniela, uno puede encontrarse con sus pacientes en cualquier lugar. ¿Quién dice que los médicos no pueden venir aquí? Todos necesitamos divertirnos de vez en cuando. Berta, sin titubear, se sentó junto a Daniela: —Doctora Daniela, ¿tienes algún tipo de relación especial con el Señor José? Esta pregunta tan directa hizo que Lidia no pudiera evitar rodar los ojos: —Señorita, eso no es asunto tuyo. ¿Por qué no te regresas por donde viniste? Berta frunció el labio: —La última vez que estuve en el hospital quería decirte... que sin querer vi tu foto en el móvil del Señor José. Daniela se quedó perpleja: —¿Qué?— ¿Cómo es posible que José tenga fotos de ella en su teléfono? ¿No la detesta profundamente? Berta dejó de hablar a propósito, su sonrisa ambigua e indescifrable en el rostro. Daniela no estaba segura del propósito de Berta al decirle estas cosas. Si Berta realmente había visto su foto en el móvil de José, ¿no debería considerarla una rival amorosa? ¿Por qué no mostraba ningún signo de hostilidad hacia ella? No siguió preguntando sobre la foto, y con un tono mezcla de prueba y advertencia, preguntó: —Acabas de tener una cirugía hace poco, venir a un lugar así a divertirte, ¿José no se preocupa por ti? Berta se echó a reír: —Ja, ja, ¿por qué tendría él que preocuparse por mí? ¿No pensarás que el niño que aborté era suyo, verdad? Daniela se sorprendió de nuevo: —¿Entonces... no lo era? Berta encogió los hombros: —Por supuesto que no, aunque desearía que lo fuera. Si así fuera, tal vez podría haber entrado en una familia adinerada. El padre del niño es un hombre famoso por ser un libertino, nunca se hace responsable, solo tuve mala suerte. A Daniela realmente no le importaba quién era el padre del hijo de Berta, lo que ahora llenaba su mente era que Berta no tenía ninguna relación con José, y que había una foto suya en el móvil de José... ¿Podría esto significar que José en realidad no la detestaba tanto? De repente, se sintió mucho mejor, y su sentimiento de culpa hacia José se intensificó. Después de un momento, Berta se marchó con un hombre desagradable. Lidia no escatimó en mostrar su desprecio por Berta: —Esa mujer es realmente desagradable, se maneja con una facilidad exasperante bajo la fachada de una interacción amistosa, claramente es una de esas mujeres frívolas en los círculos de los ricos. Daniela no respondió, pero reflexionó en silencio sobre las palabras de Berta. ¿Realmente había una foto suya en el móvil de José?

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