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Capítulo 5

Alicia no esperaba que él regresara. Por suerte, Lucia llegó en ese momento, lo que le permitió a Alicia contener su expresión de pánico mientras señalaba con la mano. —Lucia es quien quiere divorciarse. Lucia, percibiendo la situación, asintió rápidamente. —Eh... sí, estoy planeando divorciarme, ya estoy en proceso. Rafael y Alicia no tenían una relación cercana, por lo que tampoco tenía mucho trato con sus amigos. Aunque había visto a Lucia un par de veces, no conocía bien su situación familiar, y frunció el ceño al oír la noticia. —¿Por qué no viniste a mí primero para el divorcio? Lucia no podía sostener la mentira y balbuceaba sin saber qué decir. Alicia, al verla luchar, rápidamente tomó la palabra. —Estabas muy ocupado con el caso de divorcio de Carmen, y no quería molestarte. Al escuchar mencionar a Carmen, Rafael se sintió un poco perturbado y decidió no seguir preguntando. —Si tienes algún problema en el futuro, puedes venir a mí. Aunque habían encubierto la situación con unas pocas palabras, Alicia no se sentía aliviada. Con la profesionalidad y la perspicacia de Rafael, era improbable que no notara algo extraño en toda esta serie de eventos. Pero cada vez que se mencionaba a Carmen, era como si perdiera toda razón y capacidad de juicio, ignorando todo lo demás. Dicen que el amor es ciego, y Alicia finalmente entendía lo que eso significaba. Observó cómo los dedos de Rafael volaban sobre su teléfono, inquieto, mientras ella contaba mentalmente cuánto tiempo le quedaba antes de que se fuera. Contando hacia atrás desde diez, se levantó y encontró una excusa para marcharse. —Ali, hay algo en el bufete, tengo que ocuparme de eso ahora. ¿Cuándo te dan de alta? Vendré a buscarte. Alicia sabía que él mentía, pero ya no le importaba. —En cinco días. El día del alta, Alicia esperó desde la mañana hasta la noche, pero Rafael no apareció. Al abrir estados y ver que Carmen había publicado una foto nadando en la playa, Alicia tuvo una premonición y le llamó. Antes de que pudiera hablar, el sonido de las olas del mar en el teléfono ya lo había delatado por completo. Pero Rafael, ajeno a ello, inventó otra excusa. —Ali, estoy de viaje de negocios fuera de la ciudad, ¿necesitas algo? Claramente había olvidado que debía recogerla del hospital. No importa cuántas veces, Carmen siempre era lo más importante. Y Alicia, siempre era la segunda opción, la que no podía tener su amor. Por suerte, Alicia había despertado y ya no quería seguir esperándolo tontamente. Alicia no lo recordó ni lo confrontó, solo le preguntó con cuidado como siempre. —¿Cuándo te fuiste? ¿Cuántos días estarás fuera? —Fui anteayer, vuelvo mañana. Alicia asintió, le aconsejó que se cuidara y luego colgó. Llamó a un taxi y mientras esperaba en la calle, sacó su calendario y empezó a contar los días para el divorcio. Diez días. En solo diez días, seré completamente libre. Entonces, el cielo será el límite y seré tan libre como el aire. Que nadie haya venido a recogerme del hospital, ¿qué importancia tiene eso? No hay razón para seguir aferrándome a ello.

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