Capítulo 268
Patricia sonrió levemente y pellizcó la mejilla regordeta de su asistente: —Parece que te está yendo demasiado bien últimamente, ¿eh? Mira, has subido un poco de peso.
Las mujeres suelen sentirse molestas cuando les mencionan que han engordado, especialmente la asistente: —¡Jefe, qué cruel eres! ¡Me llamas gorda! ¡Te odio, te odio!
Patricia replicó: —No es gorda, es encantadora, te dije que eres muy adorable.
La asistente no le prestó atención: —¡Mal jefe, ya no te voy a hablar más, no te diré ni una palabra en todo el día!
Después de la broma, Patricia regresó a su oficina y se puso a trabajar. Poco después, Ignacio la llamó, quería ir a recogerla para almorzar juntos.
Patricia respondió rápidamente: —Llama cuando estés abajo, no subas, yo bajo directamente.
—¿Por qué?
—Temo que si subes, mis asistentes te asedien. ¡Acabo de escapar de ellas!
—Está bien, lo entiendo.— Ignacio soltó una risa suave, con voz cálida, —Entonces, te llamo cuando llegue.
—Sí.
Hacía varios días que no almorza
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