Capítulo 375
Al oír esto, Camila dejó de luchar y, obediente, subió al asiento del copiloto del Ferrari.
Alarico, retomando su lugar al volante con una expresión sombría, inquirió: —Camila, ¿acaso sientes tanta curiosidad por Héctor?
Ella inicialmente se había negado a subir a su carro, pero la posibilidad de ver a Héctor la había convencido.
Levantando la vista hacia Alarico, Camila dijo: —Alarico, ¿te das cuenta de lo extraño que pareces?
Alarico quedó atónito.
—Ya terminé contigo y te dejé para que estuvieras con Elena; ahora ella es tu novia. Elena, con su busto prominente y cintura estilizada, además de ser bailarina, es exactamente el tipo de mujer que te atrae. Deberías estar enamorado de ella, ¿por qué sigues molestándome?
Alarico apretó el volante y balbuceó: —Yo...
—Alarico, no me digas que te has enamorado de mí.
Ante el sarcasmo y la ironía en los ojos de Camila, Alarico no pudo contener su enfado y soltó una risa fría: —Sofía, no te ilusiones, ¿cómo podría enamorarme de alguien como tú

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