Capítulo 338
Raúl observó la silueta de Raquel alejarse, y su rostro se oscureció.
...
Ya era de noche. Carlos dormía profundamente, pero Raquel no se atrevía a cerrar los ojos, pues debía mantenerse alerta con ese Raúl.
Era evidente que decir que estaba casada no había sido suficiente para disuadir a Raúl; ese hombre no se rendía.
Raquel temía dormir; le preocupaba que ella y Carlos estuvieran en peligro.
Raquel se sentó sola en la puerta; la noche en el pueblo montañés era realmente tranquila, tranquila y etérea.
El pueblo, cubierto de nieve, emanaba una fría soledad, parecía el fin del mundo.
Raquel sentía un frío intenso, como si el aire helado la envolviera. Percibió que algo no estaba bien con su cuerpo; parecía que iba a enfermar, a tener fiebre.
Después de haber estado tanto tiempo en el agua del mar, su cuerpo, fuerte como el hierro, ya no resistía más.
Raquel solo podía apretar las palmas de sus manos para evitar quedarse dormida. Sabía que en cualquier momento podría estar en peligro all

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