Capítulo 274
Ana reflexionó sobre sí misma. No debería haber sido tan reservada, no debería haber esperado hasta el matrimonio para dejar que Alberto la tocara.
Alberto era un hombre común, lleno de vitalidad, y evidentemente tenía necesidades emocionales.
Si esas necesidades no se cumplían, caería fácilmente en las tentaciones de otras mujeres.
Raquel fue una de esas mujeres que aprovechó la oportunidad para meterse en su cama.
Esa noche, Ana iría a la villa de Alberto, insinuando, con cierto aire de ambigüedad, un ambiente cargado de tensión.
Al observar el delicado rostro de Ana, Alberto esbozó una ligera sonrisa y dijo:—Esta noche debo ir al despacho a trabajar, no tengo tiempo para acompañarte. Te enviaré a casa con alguien, ¿está bien?
Ana sintió algo de decepción.—Está bien, entonces me voy primero.
Ana subió al coche y se fue.
El secretario Francisco abrió la puerta trasera del coche de lujo Rolls-Royce, y Alberto también subió al vehículo.
El coche, con su marcha suave y

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