Capítulo 119
Ana permitió que Alberto la besara.
Alberto observó el rostro de Ana, tan delicado y radiante como una rosa roja. No podía evitar compararlo con ese otro rostro pequeño y frío, tan distante, tan indiferente, del tamaño de una palma.
Raquel solo lograba irritarlo y frustrarlo, mientras que Ana era una flor que entendía sus silencios.
Alberto inclinó lentamente la cabeza...
...
Raquel y Camila tomaron unas copas en el bar, y después de un rato decidieron regresar. Salieron a la calle en busca de un taxi.
Sin embargo, esta era una zona concurrida, y era difícil encontrar uno disponible.
Raquel tuvo una idea. —Camila, ¿y si alquilamos una bicicleta compartida para regresar?
Camila levantó una ceja, ligeramente sorprendida. —No hace falta, Raquelita. Ahora mismo llamo a mi primo para que nos mande un auto.
—¿Tu primo? ¿Camila, tienes un primo?
Camila le guiñó un ojo, con aire misterioso. —Sí, claro.
—Mejor no, ya es tarde. No quiero molestar a tu primo.
Pero Camila ya

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