Capítulo 28
Por otro lado.
Fernando aprovechó un día entero para terminar los libros de segundo de Bachillerato.
Toda la información ya estaba grabada en su mente.
De camino a casa con María, se detuvo a comprar algunas bebidas.
—¡Dios mío! Fernando, ¿por qué compraste tantas bebidas? ¿Hasta cuándo voy a estar bebiendo?
La sorpresa se dibujaba en el rostro de María, pero la felicidad en sus ojos no podía ocultar su alegría.
Estaba contenta porque Fernando recordaba lo que le había prometido.
No importaba si era un dólar, dos dólares o incluso treinta dólares.
Lo que importaba era el recuerdo, y eso era lo que contaba.
—Bebe tranquila; de ahora en adelante, todo lo que quieras comer o beber, yo me encargo.
Fernando la miró con indulgencia y le revolvió el cabello.
—¡Es que mi hermano sí que me trata bien!
María, satisfecha, se alejó llevando cinco bebidas.
Al llegar a casa, esas bebidas naturalmente llamaron la atención de Emilio y Silvia.
—Mira esto, otra vez consumiendo
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