Capítulo 13
Al día siguiente.
Fernando aprovechó el fin de semana para adquirir algunos libros de estudio.
Aún contaba con más de cuatro mil dólares en su tarjeta bancaria.
Este dinero era un obsequio de Patricia al ingresar en Casa Vargas, en compensación.
En aquel momento, Fernando no había gastado nada, pues, ¿qué necesitaría un estudiante?
No había imaginado que enfrentaría tantas dificultades en Casa Vargas.
Incluso el simple acto de asistir a clases difería del de Antonio.
Fernando iba al Instituto de Educación Secundaria Costa Dorada, Número 7, una escuela secundaria común.
Antonio, gracias a las manipulaciones secretas de Ricardo, había logrado ingresar al Instituto de Educación Secundaria Costa Dorada, Número 1.
Tanto el nivel del profesorado como el ambiente académico eran incomparables.
Todos los gastos de Antonio eran cubiertos por la familia Vargas, y además, lo recogían y llevaban como si estuviera de vacaciones.
Por otro lado, Fernando debía trasladarse solo.
Todos los gastos de matrícula y manutención corrían por su cuenta.
La razón era que sabían que Fernando disponía de dinero, por lo que cesaron su apoyo económico.
Estaban preocupados de que, al provenir de una familia humilde, Fernando no poseyera buenos modales.
Pensaban que, al llegar a la escuela con una suma considerable de dinero, Fernando causaría problemas innecesarios.
Incluso temían que esto pudiera comprometer a la familia Vargas.
Pero, hasta la fecha, la vida de Fernando había sido bastante modesta, sin indicios de comportamientos lujosos o excesivos.
Sin embargo, eso ya no importaba.
La familia Vargas ni siquiera lo notaría.
Después de comprar los libros, Fernando comenzó a preparar su maleta, alistándose para ir a clase al día siguiente.
María hacía lo mismo.
Ambos habían adquirido el hábito de prepararse con anticipación.
Esa noche, Emilio y Silvia prepararon una mesa llena de comida e invitaron nuevamente a Fernando.
Todos comieron con entusiasmo, celebrando como si fuera una despedida.
La vida de bachillerato era exigente, especialmente ahora que se acercaba el EBAU.
Era probable que Fernando regresara esporádicamente en el futuro próximo.
Después de intercambiar algunas palabras de despedida, todos se retiraron a sus habitaciones para dormir.
En su habitació.
Fernando miraba con cierta distracción a través de la ventana hacia el paisaje nocturno.
El cielo estaba hermoso, las estrellas brillaban en la oscuridad.
Se sentía como una de esas pequeñas estrellas, apenas visible, pero disfrutando de su propia luz.
De repente.
Fernando frunció el ceño al notar algo.
Vio que a lo lejos, un coche deportivo se acercaba.
Este vehículo parecía fuera de lugar en ese vecindario antiguo.
Afortunadamente, las luces del coche se apagaron rápidamente.
Parecía que lo había hecho intencionalmente, para no llamar la atención.
Sin embargo, Fernando notó algo extraño.
La matrícula del coche también pertenecía a la familia Vargas.
¿Qué estaría haciendo alguien de la familia Vargas a esta hora y en este lugar?
Mientras Fernando reflexionaba, una ligera sonrisa cruzó su rostro.
¿Sería ella?
Aunque probablemente, solo quedaba ella.
Si había venido, que no se fuera tan fácilmente.
Mientras Fernando pensaba, una mujer descendió del coche.
Su figura era esbelta, con el cabello largo cayendo sobre sus hombros.
Era sumamente hermosa.
Especialmente su piel blanca, que brillaba como una joya en la oscuridad.
—Efectivamente, solo podía ser ella.
Fernando se rió suavemente, su mirada fría y llena de sarcasmo.
La persona que veía era Natalia, la misma que había venido durante el día.
Mientras Fernando observaba, Natalia movió ligeramente su brazo en dirección a donde él estaba.
Como si le estuviera indicando que bajara.
Fernando giró de inmediato y rápidamente bajó las escaleras.
—¿Acaso lo que te dije durante el día no fue lo suficientemente claro?
Preguntó Fernando en tono frío mientras se acercaba.
—Pero hay algo que me ha estado inquietando, algo que no me deja dormir.
Natalia dijo suavemente, con una sonrisa algo autocrítica.
—¿Qué inquietud? ¿Acaso alguien de la familia Vargas también tiene problemas para dormir?
—Dijiste que Antonio era un hijo adoptivo, pero, ¿es realmente un hijo adoptivo? Esa fue tu expresión exacta.
—Sí, eso dije.
Respondió Fernando, breve y sin ocultar nada, asintiendo con la cabeza.
Sin embargo, en sus ojos había una mirada astuta.
¡Finalmente, Natalia lo había notado!
—Quiero saber qué es lo que realmente intentas expresar.
—Lo que dije, tal como lo oíste. ¿Qué más quieres preguntar?
—Pero siento que algo no está bien. ¿Qué quieres decir realmente?
Los ojos de Natalia eran penetrantes, llenos de calma.
Ella observaba a Fernando constantemente, intentando captar algún detalle en su expresión facial.
Sin embargo.
No había ninguna alteración en el rostro de Fernando.
Él la miraba fijamente, con una mirada de burla que no trataba de esconder.
Esto molestó enormemente a Natalia, quien comenzó a sentir una fuerte sensación de humillación.
Nunca en su vida nadie se había atrevido a mirarla de esa manera.
—¿Qué quieres decir realmente? ¡Explícalo!
Dijo Natalia en tono frío, con una expresión de creciente impaciencia.
—No quiero decir nada.
Respondió Fernando de manera indiferente.
—Si no quieres decir nada, ¿por qué lo mencionaste? O mejor dicho, ¿qué sabes tú que estás intentando usar para amenazar a la familia Vargas?
Natalia fijó la mirada, preguntando fríamente.
—Tal vez te estés confundiendo.
Fernando se encogió de hombros, mostrando una actitud indiferente.
Con una sonrisa burlona, añadió: —Lo que quiero decir no tiene importancia, tú viniste a preguntarme, o más bien, a indagar sobre algo que, en el fondo, no tiene sentido.
—¿Y qué si lo sabes? ¿Qué vas a cambiar?
—Además, esto no tiene relevancia para ti, ¿por qué insistir tanto en preguntar?
El rostro de Natalia se tensó cada vez más, observando a Fernando con fría intensidad.
¿No tiene importancia?
¿Saberlo no cambiaría nada?
¡Vaya confianza en sí mismo!
Natalia apretó los dientes, sintiendo una creciente frustración.
Este tipo arrogante, ¿realmente se cree alguien importante?
¡Cómo se atreve a reprocharme de esa manera!
—No finjas ser tonto y no digas más mentiras, ¿qué es lo que quieres? Acepté tus condiciones, te pedí que revelaras el secreto que conoces.
Natalia levantó ligeramente la cabeza, mirando a Fernando con una mirada desafiante.
La atmósfera en el lugar se volvió tensa y pesada.
La luz de la luna bañaba a Fernando y a Natalia, ambos inmóviles, como estatuas.
Estuvieron así, enfrentándose en silencio, durante lo que pareció una eternidad.
El tiempo pasaba lentamente, pero fue Fernando quien rompió el silencio.
—Ya que quieres saber lo que pasó, te lo voy a contar.
—También quiero ver qué reacción tendrás cuando conozcas este secreto.
—Después de todo, eres la persona más inteligente de toda la familia Vargas.
Fernando sonrió suavemente y sacó un trozo de papel, que le entregó a Natalia.
Natalia frunció el ceño, tomando el papel y mirándolo.
Al leer el contenido, sus pupilas se contrajeron de inmediato y no pudo evitar inhalar con fuerza.
El asombro y el miedo se reflejaron claramente en su rostro.
¡Esto! ¡No puede ser!
Natalia levantó la vista de golpe, mirando fijamente a Fernando.
Su rostro se había vuelto muy serio, y apretó los puños con fuerza.
En ese momento, algo extraño comenzó a suceder en su interior.
Era como si todo fuera una trampa.
¡Ella había sido engañada!
En el papel, claramente estaba escrito: [No es un hijo adoptivo, es un hijo biológico, y su madre biológica vive en Jardín del Sol 1-1-1101.]
—¿Tú... cómo sabes esto?
—¿Por qué afirmas que es cierto?
—¿Tú...?
A medida que Natalia hablaba, su voz fue perdiendo fuerza, y de repente se detuvo.
Solo quedaba Fernando, quien la observaba en silencio.
En su rostro, la burla no hacía más que crecer.