Capítulo 82

Los ojos de Yaritza eran especialmente hermosos, profundos y con las esquinas ligeramente levantadas, lo que le confería un aire de dignidad incluso sin necesidad de hablar. Solo al ver esos ojos, uno podía imaginar cuán hermosa era, y al observar los contornos casi ocultos bajo la máscara blanca, muchos hombres ya estaban cautivados esa noche. —¡Wow, qué hermosa! —exclamó Manolo, quien no podía contener su asombro mientras estaba sentado junto a Diego. Él golpeó ligeramente a Diego, quien se mostraba indiferente y desentonaba con el ambiente circundante, y comenzó a hablar en un español torpe: —Diego, las chicas de tu país son realmente hermosas. ¡Tan hermosas que me hacen perder la razón! Diego respondió sin interés, sin siquiera levantar la cabeza. Lo que menos le gustaba era este tipo de lugares, y si no fuera porque un buen amigo que había conocido durante sus estudios en el extranjero había oído hablar del Club Bahía del Sueño Azul y había insistido en venir, él nunca habría pisa