Capítulo 63
—Pff...
Hernán acababa de tomar un sorbo de vino tinto para armarse de valor con el fin de besar a Yaritza, pero antes de que pudiera tragarlo, escuchó a Diego decir algo tan inesperado que, de la sorpresa, escupió el vino que ya estaba llegando a su garganta.
—Señor Diego, ¿qué dijo recién? No escuché bien, parece que tuve una alucinación auditiva, ¿escuché que dijo que cooperaría conmigo?
—No tuviste una alucinación. —La expresión en el rostro de Diego no mostraba la más mínima fluctuación: —Yo cooperaré contigo.
Esto dejó a Hernán tan asustado que ni siquiera se atrevía a respirar profundamente.
Se rió nerviosamente: —Señor Diego, esa broma no tiene gracia alguna.
—No estoy bromeando.
Mientras hablaba, Diego ya se había acercado a Hernán: —¡Empieza!
¡Empieza qué!
Hernán estaba tan enojado que casi soltaba palabrotas, quería besar a su Yari, ¡quién querría besar a un desagradable viejo!
Pero las reglas del juego establecían que quien se ofreciera voluntariamente a cooperar no podía s
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