Capítulo 5
¡Ella también posee un tipo de sangre especial!
¡Ella también puede salvar a Daniel!
Aunque padece de cáncer gástrico en etapa avanzada y la calidad de su sangre no es óptima, el cáncer generalmente no se transmite a través de la sangre. Además, ciertos tratamientos pueden eliminar las células cancerosas, permitiendo que aún sea posible su donación de sangre a Daniel.
No obstante, esta transfusión podría acelerar su muerte.
En el rostro de Yaritza, inusualmente, se esbozó una sonrisa radiante que hacía tiempo no se veía. Si con ello Daniel podía sobrevivir, aunque significara su muerte inmediata, valdría la pena.
Al observar cómo extraían su sangre gota a gota, Yaritza experimentó una satisfacción sin precedentes; ¡Daniel estaba a salvo!
La donación llegó justo a tiempo y la vida de Daniel se salvó.
Su cuerpo, ya debilitado, no soportó la extracción de más de 1000 mililitros de sangre de una sola vez y se desmayó.
Cuando despertó, habían transcurrido tres días.
Entre la neblina de su conciencia, sintió que alguien le sujetaba fuertemente la mano y repetía su apodo, Yari, una y otra vez.
Su voz era tan suave como la primera vez, llena de una ternura que hacía palpitar su corazón, como si nunca hubiesen existido tantos desencuentros y malentendidos, como si todavía fueran aquellos jóvenes amantes inseparables.
Yaritza abrió los ojos, esperando ver a la persona que tanto añoraba, pero la figura que se encontraba frente a su cama de hospital, con una sonrisa siniestra, era Amaranta.
Esos afectos, en verdad, solo fueron un sueño suyo.
Ella y Amaranta tienen una gran disputa.
Amaranta, una huérfana adoptada por sus padres, había encontrado a sus verdaderos progenitores, Antonio Ramírez y Camila Romeo, tres años atrás, convirtiéndose de repente en la señorita de una de las familias más acaudaladas de Ciudad Baja, los Ramírez, con un futuro brillante.
Cuatro años antes, fue Amaranta quien secuestró a la mejor abuela del mundo, y bajo la amenaza de su vida, la forzó a abandonar a Diego.
Yaritza, finalmente, cedió, pero Amaranta acabó cruelmente con la vida de su abuela y, junto con su cómplice Faustino, la encerró en esa prisión donde nunca llegaba el sol.
Un odio profundo se apoderó de Yaritza, quien habló con una frialdad cortante: —¿Amaranta, qué haces aquí?
—¡Vine a darte una buena noticia!
Respondió Amaranta con una sonrisa retorcida, y su hermoso rostro se transformó en algo monstruoso al instante. —Yaritza, estás embarazada.
—¿Qué? Yaritza tocó su vientre incrédula. Tener a Daniel había sido extremadamente doloroso y su cuerpo había quedado seriamente afectado; los médicos le habían advertido que sería difícil concebir de nuevo y no podía creer que pudiera tener otro hijo de él.
La posibilidad de recuperarse completamente de su grave talasemia era casi nula, pero si empleaban el cordón umbilical de su segundo hijo para un trasplante de células madre hematopoyéticas para Daniel, podrían curar su enfermedad de manera definitiva.
Reflexionando sobre que Daniel no tendría que soportar más el tormento de su enfermedad y podría jugar y reír como cualquier otro niño, los labios de Yaritza se curvaron en una sonrisa incontrolable.
Pero antes de que pudiera regocijarse, la voz siniestra de Amaranta resonó en el aire: —Sin embargo, Diego ya ha abortado a ese niño.
—¿Qué has dicho, Amaranta? Yaritza, con los ojos enrojecidos por la furia y agarrándose el vientre, exclamó: —¿Qué le ha pasado a mi hijo?
—Yaritza, te lo digo, el niño que llevabas dentro ya está muerto. La enfermedad de Daniel, nadie puede salvarlo, mejor que espere tranquilamente la muerte.
—¡No lo creo! ¡Voy a preguntarle a Dieguito! ¡No creo que él haya abortado a nuestro hijo!
Amaranta sujetó a Yaritza, que intentaba levantarse en un vano intento de confrontación, y sonrió con malicia: —Yaritza, ¿sabes por qué Diego mató a tu hijo?
Antes de que Yaritza pudiera preguntar, Amaranta continuó con una risa fría: —Porque... yo lo dije, mi hijo murió y eso me entristece mucho. Diego no soporta verme triste, por eso mató a tu hijo para que acompañara al mío.
Al recordar el doloroso destello en los ojos de Diego cuando el médico anunció que Yaritza había abortado por donar demasiada sangre, el rostro de Amaranta se deformó completamente por el odio.
Ella había aprovechado una borrachera de Diego para fingir que habían tenido relaciones y luego mintió diciendo que estaba embarazada. Durante su supuesto aborto, la indiferencia fría como el hielo de él no mostró el más mínimo cambio. ¿Por qué Diego tenía que preocuparse tanto por Yaritza?
El odio se transformó en un demonio, pero Amaranta sonrió aún más dulcemente: —Yaritza, tengo otra noticia para ti. ¿No es maravilloso estar en la etapa avanzada del cáncer gástrico? ¿Sabes cuántos días te quedan de vida?