Capítulo 37

¡Yaritza jamás habría imaginado que esa noche estaría precisamente en el palco de Diego y Amaranta! Amaranta se acurrucaba suavemente junto a Diego y, aunque él no le decía nada ni mostraba gestos de demasiada intimidad hacia ella, Yaritza sentía que esa imagen era insoportablemente irritante. Instintivamente, Yaritza quería huir. Tras cerrar rápidamente la puerta del palco, se rió de sí misma, pensando que ellos realmente no la habían tenido en cuenta. ¿Por qué estaba siendo tan sensible? Él compra vino, ella gana dinero, ¿por qué no hacer el trato? Una vez decidida, Yaritza no retrocedió, abrió la puerta del palco que tenía enfrente, intentó esbozar una sonrisa y avanzó hacia el interior. También trató de actuar con generosidad y decoro, pero su cuerpo simplemente no respondía. A pesar de haber tomado varias pastillas para el dolor, sus piernas aún temblaban incontrolablemente al caminar. Diego también vio a Yaritza, y sus ojos se fijaron en sus temblorosas piernas. Sus fríos ojos se