Capítulo 76
Belén apenas pudo descansar anoche; solamente durmió entre cuatro y cinco horas antes de dejar Casa Bosque. Tras más de una hora de caminata, finalmente subió a un taxi con el escaso cambio que quedaba en su billetera, suficiente para subsistir por un tiempo.
Al llegar frente a la escuela, Belén, sosteniéndose el estómago por una molestia, bajó del taxi con pasos vacilantes y estuvo a punto de caer cuando una mano la sostuvo firmemente. Al reconocer a la persona junto a ella, sus ojos se iluminaron: —Vicente.
—Vamos a desayunar, no hay prisa. Ya he pedido permiso para que te ausentes esta mañana en el estudio.
Belén devoró tres panes y luego bebió una botella de leche. Se limpió el rincón de la boca, manchada de aceite de los bollos, con el dorso de la mano y, con una mirada sincera, le explicó: —Vicente, por favor, no me ignores por lo de anoche, ¿vale? Ya se lo he aclarado todo a mi hermano, he crecido, no necesito su dinero.
—Vicente, ¿me enseñarás a ganar dinero?
Desde pequeña, Bel
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