Capítulo 131

Belén se sentó en un lugar familiar, con el ventilador soplando con fuerza. Ese era el sitio al que Oscar solía llevarla cuando regresaba de sus viajes. Belén pensaba que, una vez Oscar se convirtiera en presidente del Grupo Díaz, despreciaría estos lugares; sin embargo, él seguía complaciéndola y venía con ella. Oscar no tuvo que mover un dedo, Belén ya lo había hecho todo: le pasó los condimentos, tomó dos juegos de cubiertos y luego los colocó frente a él. Cuando el dueño trajo la menestra cocida a la mesa, ninguno de los dos habló. Belén añadió chile a su plato, y justo cuando estaba a punto de empezar a comer, Oscar le quitó el plato que contenía el chile. —Si tienes el estómago delicado, mejor no comas picante. Belén dejó los cubiertos y recuperó su plato. —Un poco no hará daño. Oscar observó su acción, y la infelicidad de la chica se reflejaba completamente en su rostro. Oscar no intervino más y la dejó comer a su antojo. —¿Desde cuándo empezaste a comer picante? Oscar había est