Capítulo 129
Oscar se tocó el entrecejo y murmuró: —Mm.
Leticia también escuchó atentamente.
Oscar entró en la oficina con una mano en el bolsillo.
—¡Tienes el descaro de volver aquí! ¡Mira lo que has causado! —El vaso que le lanzaron no fue esquivado por Oscar, y al romperse a sus pies, el agua salpicó, mojando el bajo de su traje.
Cipriano, al ver esto, salió rápidamente y no olvidó cerrar la puerta de la oficina tras de sí.
Oscar, con una mirada profunda e indiferente, volvió a mirar y se sentó frente al escritorio. —Cualquier asunto personal, lo hablaremos en Casa Díaz, Ángeles, llévatela.
—Muy bien, ahora empiezas a ordenar a la gente a mi alrededor. Todo es por tu culpa, envenenando el oído de mi nieto. Nunca debí dejarte entrar en el Grupo Díaz.
Señora Alicia cogió su bastón y golpeó con él a Leticia, con mucha fuerza, en la columna vertebral, haciendo que Leticia casi perdiera el equilibrio por el dolor intenso, dejándola sin poder hablar.
—Se suponía que ibas a suavizar la relación entre p
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