Capítulo 119
Lo que le resultaba difícil de aceptar era que, después de haber herido a Lourdes, Oscar la había entregado a otro hombre.
En la mesa, Oscar ocasionalmente le servía comida y hablaba con ella, como si fueran hermanos en su rutina habitual.
Belén probó un par de bocados y ya estaba satisfecha; dejó el tenedor y se limpió la boca con una servilleta. —Hermano, ya terminé, voy a regresar a la escuela—, dijo mientras se levantaba.
Oscar extrajo un paquete de cigarrillos de su bolsillo. —Deja que Leticia te lleve de vuelta a la escuela.
Belén hizo un gesto de rechazo con la mano. —No es necesario, la escuela está cerca, llegaré en unos minutos.
—Mmm, iré a recogerte después de las clases.
Belén asintió. —Está bien.
Después de que Belén saliera del reservado, no se apresuró a irse, sino que se quedó escondida afuera, escuchando los sonidos del interior.
Como era de esperar, apenas se fue, comenzaron a oírse ruidos en el reservado.
Las sillas de madera se arrastraban, emitien
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