Capítulo 18

No esperaba que, a estas alturas, Rafael siguiera fingiendo ignorancia para evadir su responsabilidad. Era algo tan inútil como frustrante. Saqué otra copia del acuerdo de divorcio de mi bolso y se la extendí con frialdad: —Firma y lárgate. No eres bienvenido en mi casa. Rafael, con el rostro endurecido, pareció dispuesto a romper nuevamente los papeles. Antes de que lo hiciera, hablé con un tono gélido: —Tengo muchas copias de este acuerdo. Puedes romperlas todas si quieres. Su mano vaciló por un instante, pero aun así terminó desgarrando el documento en pedazos. Con un gesto brusco, lanzó los fragmentos al aire. Los trozos de papel cayeron como copos de nieve, cubriendo el suelo a su alrededor. Sin inmutarme, tomé otra copia del acuerdo y se la entregué: —Firma. Rafael me miró con el ceño fruncido, como si no me reconociera: —Lucía, tú no eras así antes. —Tal vez me cansé de fingir... —respondí con un toque de autodesprecio. En el pasado, mi amor por Rafael me había