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Capítulo 7

Apenas terminaron de hablar, los demás amigos comenzaron a sumarse a la idea, apoyando con excusas torpes. Vicente escuchaba todo con calma, sin desenmascarar las mentiras evidentes. Por ejemplo, que durante el camino quien gritaba de miedo a cada rato era Pedro, o que aunque realmente no pudieran hacerlo, podían dejarle el papel a Pedro en lugar de insistir en que Leticia debía ser quien actuara. Leticia no respondió ni aceptando ni rechazando, pero quien rompió el silencio fue Pedro. —Esto no está bien, ¿no? Mejor que Leti y yo lo hagamos. Después Chente se va a enojar otra vez. Aunque las palabras eran de rechazo, su mano seguía aferrada a Leticia, sin soltarla ni por un momento. La mirada que dirigía a Vicente estaba cargada de desafío. En ese instante, Vicente, quien había estado callado todo el tiempo, decidió moverse. Al verlo, Oscar y los demás asumieron que se había enojado otra vez y comenzaron a reprocharle con indirectas, —¡Solo es un juego! ¿Por qué te lo tomas tan en serio? Vicente dejó escapar una risa sarcástica internamente, pero en su rostro apareció una expresión de aparente desconcierto. —¿De qué están hablando? Todavía falta alguien para ser el oficiante. Solo vine a ocupar ese lugar. Sin esperar respuesta, se dirigió al lugar destinado al oficiante, haciendo un gesto para que Leticia y Pedro ocuparan sus respectivas posiciones. Nadie esperaba esa reacción de su parte. Después de mirarse entre sí, confundidos, comenzaron a bromear y a animar a la pareja, diciendo que si el "cuñado" no tenía problema, ellos tampoco deberían dudar. Una vez todos en su lugar, Vicente inició la ceremonia, siguiendo el guion de manera impecable. Todo transcurrió sin problemas hasta que llegó el momento clave, —Ahora, que el novio y el novio se den el beso. En ese instante, Leticia se quedó paralizada.Vicente, al notar la pausa, no le preguntó nada. En su lugar, caminó tranquilamente hasta situarse detrás de ella y, sin previo aviso, le dio un empujón que la lanzó hacia Pedro. Leticia, desequilibrada, tropezó y terminó con sus labios rozando la mejilla de Pedro. Cuando los labios de Leticia rozaron la mejilla de Pedro, detrás de ellos la pantalla proyectó un video. Con una narración desde la perspectiva del protagonista masculino, el video relataba la trágica historia de un hombre que había sido engañado por una mujer desleal. Su profundo amor fue traicionado, y terminó muriendo el día de su boda. Su alma, incapaz de descansar en paz, quedó atrapada en esa casa, transformándose en un espíritu vengativo decidido a castigar a todas las mujeres infieles. Sin embargo, al final, el "amor verdadero" entre los jugadores lo conmovió, permitiéndole dejar atrás su rencor y reencarnar en paz. Cuando el video terminó, la última puerta se abrió, y el grupo salió del cuarto. Mientras caminaban, el tema del "amor verdadero" mencionado en la proyección dejó a cada uno sumido en sus propios pensamientos. Solo Vicente mantenía una expresión imperturbable, como si nada de aquello lo afectara. —Chente, lo de hace un momento con Perico, yo solo… —empezó Leticia, buscando explicarse. Vicente la interrumpió con calma antes de que pudiera terminar, —Lo sé, lo sé. Solo era un juego. Su tono era sereno, pero Leticia recordó la última vez que él la empujó. Esa acción no la dejaba tranquila, —Entonces, ¿qué significó ese último empujón? —preguntó con seriedad, sus ojos fijos en él, intentando descifrar algo en su rostro. ¿Qué clase de novio empuja a su novia hacia otro? Vicente simplemente sonrió, tranquilo. —¿Qué más podría significar? Solo quería terminar rápido y pasar al siguiente nivel. Leticia abrió la boca para replicar, pero antes de que pudiera decir algo, Pedro aceleró el paso y se colocó a su lado, tomando su mano con naturalidad, —Leti, tengo hambre. Por allá hay un restaurante, ¿vamos a comer algo? —dijo con entusiasmo.Leticia, sorprendida, miró la hora. Ya era mediodía, y efectivamente era momento de almorzar. Asintió y empezó a caminar hacia adelante. Oscar y los demás, viendo la situación, captaron el mensaje y se despidieron con rapidez, —Es hora de que nosotros también regresemos. No les molestaremos. —dijo uno. —Si no vuelvo pronto, mi novia me va a buscar. —añadió otro, guiñándole el ojo a Pedro mientras hacía un gesto de ánimo con la mano. Tras despedirse de Leticia, el grupo se dio la vuelta y se dirigió hacia la salida, dejándolos solos. Vicente, deliberadamente ignorado por todos, dirigió una mirada fugaz hacia Leticia y Pedro, que seguían parados juntos, y rompió el silencio. —Vayan a comer. Yo tengo algunas cosas que hacer, así que me voy primero. Sin esperar respuesta ni observar sus reacciones, se giró y salió directamente hacia la salida. No mentía al decir que tenía cosas que hacer. Hace un tiempo había solicitado su pasaporte, y justo hoy era el día para recogerlo. Al salir del parque, Vicente tomó un taxi y se dirigió al departamento de policía para completar el trámite. Con el pasaporte en mano, lo primero que hizo fue tomarse una foto sujetándolo junto a su carta de aceptación, para luego publicarla en Instagram con una breve descripción: [¡Comienza una nueva etapa en mi vida!] La publicación era visible para todos, excepto para Pedro, Leticia y el grupo de amigas que compartían. Vicente no quería generar revuelo en ese círculo, solo deseaba compartir su alegría de manera sencilla. Lo que no esperaba era recibir, tres días después, una llamada que no había anticipado. El número pertenecía a su antiguo profesor universitario, quien había sido su mentor durante los cuatro años de carrera. Desde que había abandonado su pasión por el diseño para quedarse junto a Leticia, no habían vuelto a hablar. Ahora, con perspectiva, Vicente comprendía que su decisión de entonces seguramente había decepcionado a su profesor. —¿Profe? Qué sorpresa recibir su llamada. —dijo, al contestar. Del otro lado de la línea, la voz enérgica de su mentor resonó con calidez, —Escuché que vas a retomar el diseño y que pronto te irás al extranjero. ¡Qué buena noticia! Justo mañana hay una reunión de exalumnos. ¿Por qué no te unes? Así celebramos tu nuevo comienzo. Vicente, al recordar a sus antiguos compañeros y la larga ausencia de su profesor, no dudó en aceptar la invitación. Esa noche, Vicente se retiró temprano a dormir en la habitación de huéspedes, sin siquiera notar a qué hora Leticia había regresado. Parecía que, poco a poco, su mundo empezaba a cambiar.

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