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Capítulo 5

Vicente miró a Leticia con genuina confusión, incapaz de entender la razón de su enfado. —Estabas con Pedro y los demás, ¿qué se supone que debía preguntarte? Antes siempre te quejabas de que te llamaba durante tus reuniones con amigos, decías que era molesto. Por eso esta vez no te llamé. Además, ¿no habías dicho que tú y Pedro solo son amigos y que no hay nada más entre ustedes? Su respuesta era lógica, casi impecable, y dejó a Leticia sin palabras durante unos segundos. Ella quería decir que no era así, que nunca antes había llegado tan tarde a casa sin que él se preocupara por ella, sin recibir siquiera un mensaje o una llamada. Pero al intentar formular esa idea, se dio cuenta de que no tenía un argumento sólido para expresarlo. Vicente, por su parte, seguía sin comprender el porqué de su reacción. Pero en un instante, Leticia recordó la publicación reciente de Pedro en Instagram y finalmente entendió de dónde venía todo. —Estás molesto por la publicación de Perico. —dijo con seguridad, observándolo fijamente. Sin embargo, él negó con la cabeza y respondió con tranquilidad, —No estoy molesto. Leticia suspiró aliviada, pero no creyó del todo en su respuesta. Pensó que Vicente solo estaba siendo terco y no quería admitirlo, así que decidió explicarse. —Conozco a Perico desde hace años. Es completamente normal que le ayude a celebrar su cumpleaños. Sobre los comentarios en esa publicación, ellos solo están bromeando, no tienes por qué tomarlos en serio. Vicente apenas estaba escuchando. El sueño comenzaba a invadirlo nuevamente, y con tono desinteresado respondió, —Sí, lo sé. Anda, ve a descansar. —Lo que digo es verdad. No tienes por qué enojarte por algo así. —Leticia detectó la indiferencia en su voz, y su tono perdió la paciencia.Vicente dejó escapar un largo suspiro, claramente cansado. Solo quería dormir y terminar con aquella conversación que parecía no tener fin, —Entonces, ¿qué necesitas para creer que no estoy molesto? —preguntó con un deje de frustración. Sin esperar una respuesta, tomó su celular, abrió la publicación de Instagram de Pedro y, delante de Leticia, le dio un "me gusta", —¿Así ya me crees? —preguntó, mientras dejaba el celular a un lado y se acomodaba nuevamente en la cama. Leticia se quedó en silencio, fijando la mirada en Vicente como si buscara alguna pista en su rostro que le confirmara si realmente no estaba molesto. Pero tras un largo rato, finalmente se rindió. Se sentó a su lado y extendió los brazos, intentando abrazar su cintura. Sin embargo, Vicente se deslizó unos centímetros hacia el otro lado, alejándose de su contacto. El asombro cruzó los ojos de Leticia. No esperaba que Vicente rechazara su cercanía. Pero ese asombro fue rápidamente reemplazado por una sensación de desagrado ante la aparente indiferencia, —¿No que no estabas molesto? —preguntó, con un tono que mezclaba reproche y frustración. Vicente cerró los ojos, evitando mirarla, y respondió con una excusa que no dejaba lugar a discusión. —Hoy tuve un día muy pesado en el trabajo. Leticia apretó los labios, conteniendo las palabras que se agolpaban en su garganta. Sin decir nada más, se levantó y salió de la habitación, con el sonido de sus pasos resonando en el aire tenso. A la mañana siguiente, cuando Leticia salió de su habitación, encontró a Vicente ya sentado en la mesa desayunando. Se dio cuenta de que en la mesa no había nada preparado para ella, —¿Y mi desayuno? —preguntó, con un leve gesto de desconcierto. Sin mirarla, Vicente terminó de comer con calma y finalmente respondió, —Antes te preparaba el desayuno, pero rara vez lo comías. Pensé que no te gustaba mucho lo que hacía. Así que, a partir de ahora, no lo haré más. Si quieres algo, puedes bajar y comprarlo. Leticia se quedó helada por unos segundos, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Nunca imaginó que esa sería la razón.Una sensación extraña se apoderó de ella. En los últimos días, Vicente había estado actuando de manera extraña, pero no lograba identificar el motivo. Finalmente, llegó a la conclusión de que seguía molesto por Pedro. Tomando aire, su tono se suavizó un poco, algo que no solía suceder a menudo. —Antes querías ir al parque de diversiones, ¿no? Hoy puedo acompañarte. Ya no te enojes, ¿sí? Vicente, que ya había aclarado incontables veces que no estaba molesto, decidió no insistir más. Sabía que cualquier explicación sería inútil, ya que Leticia siempre mantenía sus propias ideas al respecto. En cuanto al parque de diversiones, en otro tiempo, Vicente habría aceptado encantado. Creció siendo huérfano, sin nadie que lo llevara a esos lugares que tanto anhelaba. Cuando comenzó a salir con Leticia, le pidió varias veces que lo acompañara. Pero siempre recibía la misma respuesta, "Eso es para niños. Es una tontería. Tengo mucho trabajo y no me interesa." Recordando esas respuestas, Vicente sacudió la cabeza con una leve sonrisa amarga y respondió. —No importa. Esas cosas son para niños. Mejor no vamos.

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