Capítulo 61

Belén se preparaba para irse, pero Carlos, aguantando el dolor, la agarró del brazo. —¡Belén! Dijo claramente, casi sacando las palabras entre dientes, pero el intenso dolor le impedía ponerse de pie, así que solo podía mirar fijamente a Belén. Con buena intención, Belén le aconsejó: —Sería mejor que fueras al hospital a revisarte, si no, podrías quedar discapacitado y tal vez hasta perder la capacidad de tener hijos. No había sido ligera su patada, y viendo que Carlos ni siquiera podía mantenerse erguido, parecía que la lesión era grave. Los ojos de Carlos se tiñeron de un tono carmesí, no se sabía si por la ira o el dolor, y su cara también se puso roja. —Belén, tengo gente vigilando afuera, ¿crees que podrás escapar? Con solo una palabra mía, ¡no podrás volar aunque tengas alas! Belén bajó la mirada hacia él y murmuró... Afortunadamente él lo recordó, casi lo olvida. Dado que era así, le daría otra inyección. Sin decir más, Belén clavó una aguja en el cuello de Carlos. Él no había