Capítulo 25
Después de hablar, se dio la vuelta y entró al despacho.
Laura sonrió: —Está bien, entonces lo organizaré.
La señorita de la familia Gómez aún no se ha casado.
Quizá esté esperando a su hijo...
Marta no se atrevió a decir nada y siguió a Leticia.
Leticia la tomó de la mano y siguió caminando, sin saber adónde iban.
Con cuidado, Marta tiró del vestido de su hija: —Leti.
Leticia gritó: —¿Qué pasa?!
Marta se asustó.
Hoy también se había dado cuenta de algo.
En realidad, su hija no había estado bien en la familia Sánchez.
Había sufrido tantas injusticias.
¡Ay!
¿Cómo podría una madre no sentir pena por su única hija?
—Tal vez simplemente tengamos mala suerte... Olvídalo, si quieres irte, vete. No te lo diré más, no te pongas triste.
De repente, Leticia se detuvo.
Se giró y miró a su madre.
Marta, avergonzada, dijo: —Ay, todo es mi culpa... Me dejé llevar por la riqueza de un momento...
—Ma. —Leticia abrazó a Marta de golpe.
Finalmente, no pudo contener más sus emociones.
—La hija ha sufrido
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