Capítulo 40
Francisco, de repente, entendió su intención y, dudando, aconsejó: —Presidente Tomás, pasado mañana es su fiesta de compromiso con la señorita Carmen. Si usted no regresa, será difícil explicárselo al señor Luis. Tal vez después de la fiesta de compromiso, usted podría...
—No necesitas decir más.— Tomás, con una tormenta reprimida en sus ojos, ordenó: —Haz lo que te mandé a hacer. Si no encuentro a Rocío, entonces este compromiso tampoco tiene razón de ser.
Francisco, sorprendido, miró a Tomás. Después de ver la emoción en sus ojos, sintió, de repente, como si hubiera descubierto algún secreto.
No era de extrañar que siempre le hubiera parecido extraño lo mucho que el presidente Tomás cuidaba a la señorita Rocío. Antes, por ella, incluso estuvo dispuesto a arriesgar su propia vida. Ahora, por la señorita Carmen, había llegado a tal punto de tensión con Rocío...
Francisco no quiso pensar más allá, sintiendo que este no era un asunto en el que debía meterse. Rápidamente, s
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