Capítulo 82
Al día siguiente.
Gabriela se levantó muy temprano, con ojeras azules bajo sus ojos rojos e hinchados. Junto a Adriana, preparó el desayuno antes de ir a despertar a Federico.
Al notar que Federico había terminado de asearse, le informó:
—Señor Federico, el desayuno está listo. Después de comer, lo llevaré a casa de Guillermo, el vecino. Él es un médico muy hábil, mucho más que yo.
Federico, tras una pausa, asintió: —Está bien.
Acto seguido, empujó su silla de ruedas hacia la puerta.
Mientras tanto, Gabriela sacudió la colcha y ordenó las sábanas y almohadas meticulosamente. En sus manos, descubrió una pequeña caja dura. Confundida, la examinó detenidamente, sus ojos se agrandaron de sorpresa.
Con discreción, la guardó de nuevo, como si nunca la hubiera visto.
—Gabriela, ven a desayunar,— la llamó Adriana.
—Sí, ya voy,— respondió, saliendo de la habitación.
Se sentó en la mesa cuadrada y comió distraídamente.
Federico la observaba, notando cómo evitaba su mirada y su expresión era inus
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