Capítulo 31
—No te preocupes. —Federico la consolaba.
Gabriela sentía un nudo en la garganta: —Señor Federico, tengo un plan provisional.
—¿Cuál?
En cuanto terminó de hablar, sintió el calor de un beso fugaz en sus labios delgados. Su beso inexperto, con respiraciones rápidas y nerviosas como las de un pequeño animal, lo dejó estupefacto.
Más que un beso, parecía un mordisco desordenado.
—Gabriela, no es así como se besa, déjame enseñarte. —Logró decir entre labios. La abrazó por el cuello en un abrazo intenso.
Era adictivo.
No estaba claro si era un plan provisional o si simplemente era lo que él deseaba traducir en sus sentimientos.
—¡Hmph!
Sergio soltó un bufido, esa mujer de pueblo realmente sabía cómo atraer la atención. Probablemente temía que Federico la abandonara después de que se curaran sus piernas. Lástima que se equivocaba, Federico moriría pronto.
—Lo siento, Doctor Sergio. —Federico soltó a Gabriela, cuya cara estaba roja de vergüenza, y dijo calmadamente: —Así es como es con los re
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