Capítulo 73
Adriana quedó tan sorprendida que no podía articular palabra.
—Eres mi aprendiz, no permitiré que nadie te maltrate. Esa María se atrevió a tenderte una trampa y fingió que la heriste a propósito. Por supuesto, no voy a quedarme de brazos cruzados.
—Maestro, usted es muy bueno con sus empleados.
Él soltó una carcajada: —No soy tan bueno con todos mis empleados.
Ella asintió con entusiasmo: —¡Claro, usted es bueno con su aprendiz!
—Eso lo sabes bien. Eres mi única aprendiz, por supuesto que debo cuidarte.
—Gracias, Maestro. Prometo trabajar muy duro para generar tantos resultados como sea posible para Estudio Jurídico de Oro y así poder retribuirle.
Gonzalo la miró y sonrió sin decir nada.
Cuando regresó a su puesto de trabajo, Adriana seguía sumida en sus pensamientos.
¿Cómo reaccionaría Salvador si supiera lo que María ha hecho?
Aún recordaba vívidamente cómo aquel hombre le sujetó la muñeca con fuerza, mirándola con furia mientras la advertía:
—Para mí, no eres más que una prostituta
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