Capítulo 88

—En estos dos años en el extranjero, no pude comer comida de casa, así que siempre cociné yo misma. Ahora ya no me acostumbro al sabor de la comida fuera, mejor regresemos a casa y lo hago yo. Facundo miró a Lucía a través del espejo retrovisor. Al decir esto, Lucía no pudo más que aceptar. Pensó que al regresar a casa no dejaría que Facundo entrara a la cocina. Pero, como era de esperarse, tan pronto como entraron a la casa, Yolanda la agarró y la sentó en el sofá. Facundo se quitó la chaqueta del traje, se arremangó las mangas y caminó directamente hacia la cocina. —Faco, yo lo hago —Lucía apartó la mano de Yolanda. Ni siquiera tuvo tiempo de levantarse antes de que Yolanda la jalara de nuevo hacia el sofá. —Estás triste, ¿cómo vas a tener ganas de cocinar ahora? Yolanda insistió con firmeza. Lucía empujó a Yolanda. —¡No estoy triste! —¿Cómo no vas a estar triste? Mañana vas a ver a Brisa, vas a disculparte y a pedirle que regrese con tu esposo. ¡¿Cómo puedes ser