Capítulo 86
No hubo tiempo para que Lucía soltara a Honorato antes de que Inés la tomara del brazo y lo apartara con fuerza.
Al ver a Honorato, que había adelgazado mucho, Inés se sintió muy conmovida.
—¡Honorio, todo esto fue por culpa de Lucía, que no tuvo la capacidad para evitar que pasaras tantos días en prisión! Pero ya saliste, ahora vámonos a casa, mamá te cuidará bien, ¡has adelgazado tanto!
—No sigas con el sermón, con este frío, ¡rápido, deja que Honorio se suba al carro!
Honorato, algo abatido y sin la misma energía de antes, dejó que lo llevaran sin oponer resistencia.
Los tres subieron al carro. Casimiro pisó el acelerador y se dirigieron hacia la casa de los Jiménez.
Era principios de invierno, y la temperatura descendía al caer la tarde, haciendo que el aire exterior estuviera bastante frío.
Pero nada comparado con lo que sentía Lucía en su corazón.
Miraba cómo el carro de Casimiro se alejaba poco a poco, hasta desaparecer de su vista.
Se habían ido, los tres.
La prisión estaba en
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